El objetivo de todo profesional sanitario ante un paciente con disfagia debe ir dirigido a conseguir una alimentación segura y eficaz, siempre individualizando el tratamiento según las características del paciente e integrando modificaciones dietéticas dentro del ámbito social y familiar.
¿Cómo podemos identificarla?
- Tos y atragantamientos frecuentes.
- Le cuesta manejar la comida en la boca.
- Come más despacio de lo habitual.
- No controla la saliva.
- Rechaza ciertos alimentos que antes si comía.
- Pérdida de peso.
- Necesita tragar en varias veces.
Consejos
- La persona encargada de dar de comer ha de mostrar calma y seguridad, sentándose frente a la persona con disfagia y a la misma altura, anticipando con palabras lo que le va a dar de comer y enseñándole el contenido.
- En la medida de lo posible, hay que dejar que la persona coma sola, bajo supervisión. La hora de las comidas ha de ser siempre que sea posible la misma, evitando horas de cansancio y sueño.
- El lugar adecuado para comer ha de ser un ambiente tranquilo, sin ruidos ni distracciones.
- Intentar que la duración de la comida no sea superior a 30-40 minutos.
Se recomienda realizar maniobras de protección para lograr una deglución segura.
La más utilizada es la de «descenso de barbilla». A la hora de tragar hay que bajar la barbilla al pecho. De esta manera protegemos el paso del alimento a los pulmones.